Situada en la parte baja de la ciudad, en la antigua Ajerquía, fue fundada en el s. XIII como convento franciscano y gozó del apoyo de la Corona hasta 1812.
En 1842 el convento fue vendido a un particular, quedando sólo la iglesia.
Las obras realizadas por el arquitecto Carlos Luca de Tena en 1977 pusieron al descubierto parte de la estructura medieval del edificio oculta desde el s. XVIII.
El conjunto se ajusta a los modelos franciscanos compuestos por una sola nave, crucero y cabecera triple de ábsides poligonales.
En el s. XIII fue uno de los enclaves artísticos más emblemáticos de la ciudad.
Son de la época barroca las más valiosas piezas artísticas que constituyen su patrimonio, entre las que destaca la importante colección de pinturas, sobre todo la Cabeza de San Andrés, primera obra conocida de Valdés Leal, contando con obras de Antonio Castillo, José de Sarabia, y con importantes tallas entre las que sobresale la imagen del Señor Crucificado, el más bello de la Semana Santa cordobesa, talla del s. XVII, de autor anónimo.