La iglesia de Santa Ana, que forma parte del convento, se conserva a pesar del importante incendio que sufrió el convento en 1993. La iglesia se aleja de los convencionalismo de las iglesias conventuales de la época, siguiendo algunos modelos sevillanos, con una iglesia de tres naves, y dos coros, alto y bajo.
Alberga una de las joyas andaluzas que formarán escuela, el retablo mayor de Blas Escobar, con esculturas del sevillano Pedro Roldán, destacando la imagen principal de La Inmaculada Concepción y el grupo escultórico de Santa Ana y la Virgen, muestra del naturalismo imperante en la época del barroco sevillano.
Sin duda uno de los rincones más emblemáticos y con mayor historia de la localidad es este convento, en dónde se aúna arte, historia y tradición gastronómica.
La construcción del convento, hacia 1512, se englobaría dentro del complejo palaciego de sus mecenas, los marqueses de Priego, siendo figuras esenciales Pedro Fernández de Córdoba y su hija, Catalina Fernández de Córdoba, a quien debemos la fundación de la orden femenina.
Se trata de un edificio que en origen estuvo destinado como convento franciscano, pero que poco tiempo después tornará al uso que hoy aún mantiene, convento de las clarisas franciscanas.
Este fantástico monumento, cuenta además con una hospedería,, un lugar para alojarse rodeados de paz y tranquilidad.
Visitas al interior de convento ( cita previa ) pases a las 11:00h y 12:00h .