Por la calle Corredera penetramos en la plaza de España, centro urbano y monumental, que domina la Parroquia de San Bartolomé, un templo gótico-renacentista iniciado a finales del siglo XV y completado a lo largo del XVI.
Consta de tres naves separadas por apuntados arcos que se apoyan en sólidos pilares de piedra; un artesonado de tradición mudéjar cubre la nave central, en cuya cabecera se abre la capilla mayor con bóveda de nervios. Entre las capillas laterales destaca la del Rosario de mediados del XVIII.
El aspecto actual del templo obedece a la restauración llevada a cabo en la postguerra, época a la que corresponden sus pinturas murales.
En la sacristía guarda algunas de las pocas obras de arte que escaparon a la destrucción bélica, como un delicado relieve oval del siglo XVI labrado en mármol.
Al exterior muestra una bella portada adintelada de estilo gótico tardío atribuída a Hernán Ruiz I, mientras que a su hijo Hernán Ruiz II se le asigna el primer cuerpo de la torre -que incorpora una hermosa ventana precedida de un monumento a San Rafael-, comenzada en 1548 y acabada en 1807, época a la que corresponde el campanario neoclásico.