Continuando por la calle de la Feria se desemboca en la Plaza de Armas, recinto que sorprende por la unidad arquitectónica y cromática -rojo almagra y blanco- de sus edificios, entre los que destaca el neoclásico Palacio Ducal, iniciado en 1783 bajo los auspicios del VI conde de Fernán Núñez Carlos José Gutiérrez de los Ríos.
Su panorámica fachada de dos plantas está flanqueada por dos torres -en la parte inferior de la situada a la derecha, pueden apreciarse aún vestigios de la fortaleza medieval que dio origen a la población- y centrada por una portada de piedra que corona un balcón con balaustrada rematado por frontón y escudo.
Las caballerizas, las escuelas, el mesón y el Ayuntamiento cierran este hermoso espacio dieciochesco.
Detrás del palacio -recuperado, tras una adecuada restauración, para usos culturales- se extienden hermosos jardines, en terrazas escalonadas.