La blanca arquitectura de Valsequillo conserva aún el sello de Regiones Devastadas, el organismo que reconstruyó el pueblo en la posguerra y que le confirió esa fisonomía que recuerda a los poblados de colonización.
El espacio más vistoso es la plaza de la Constitución, a la que se asoman el bello Ayuntamiento de 1949 y la iglesia parroquial de la Inmaculada Concepción, proyectada en los años cincuenta por los arquitectos Sánchez Puch y Marchena; con su interior de solemnidad neoclásica contrasta la bien compuesta portada neobarroca, junto a la que se alza la bella torre de rojo ladrillo coronada por el campanario octogonal.