Valle del Guadiato

El río Guadiato y el valle que forma su curso dan nombre a una amplia zona de la provincia de Córdoba que se configura como un bellísimo paisaje y un atractivo ecosistema para los amantes de la naturaleza.

Situada al noroeste de la provincia y con una extensión de 2.512 km2, está constituida por un conjunto de 11 municipios: Bélmez, Los Blázquez, Espiel, Fuente Obejuna, La Granjuela, Obejo, Peñarroya-Pueblonuevo, Valsequillo, Villaharta, Villanueva del Rey y Villaviciosa de Córdoba. Todos se encuentran, en la actualidad, perfectamente comunicados por carretera desde la Meseta, Extremadura y el resto de Andalucía.

Esta comarca posee toda una serie de realidades que, en su conjunto, han hecho posible que el Valle del Guadiato, cuente con las suficientes posibilidades como para recibir al visitante deseoso de disfrutar de la tranquilidad y de la paz, de los inigualables paisajes, de la contemplación de su rica fauna y flora, de la práctica de la caza y de su relevante patrimonio histórico.

Disfrutar de sus embalses, de su benigna climatología, de su patrimonio natural, de sus pintorescas aldeas y de su rica gastronomía en la que destacan los platos elaborados con carne de caza y de cerdo ibérico; practicar el senderismo, pasear en bicicleta o buscar el ocio en el deporte acuático o la caza, son parte de las múltiples ofertas que podrá encontrar en el Valle del Guadiato, sin ir más lejos.

Protagonista del paisaje meridional de la comarca es la Sierra Morena cordobesa, que constituye la parte central de este sistema montañoso así llamado por el color oscuro del manto vegetal que la cubre.

En dirección noroeste-sureste la atraviesa el llamado por los geógrafos `sinclinal carbonífero del Guadiato`, faja de materiales plegados limitada por Los Pedroches y la Sierra de los Santos. Coincide con el valle por el que discurre el río Guadiato, eje fluvial de la comarca, que nace en Fuente Obejuna y baja paralelo a las cordilleras hasta Villaviciosa, donde gira al este para ir al encuentro del Guadalquivir pasado Almodóvar. A lo largo del curso recibe multitud de afluentes, por lo general, cortos, encajonados y de pronunciadas pendientes.

Aunque las repoblaciones con pináceas han alterado en algunas zonas la vegetación autóctona, aún se conservan numerosas manchas de buen bosque mediterráneo, sobre todo en las áreas meridionales, pobladas de encinas, alcornoques, quejigos y matorral, mientras las riberas de algunos ríos y arroyos muestran bosques en galería bien conservados.

Los embalses de Puente Nuevo y Sierra Boyera atraen, sobre todo en invierno, diversas especies de aves acuáticas, como el ánade real, la focha, el pato colorado y cormorán. Sobrevolando riscos se otean algunas rapaces, mientras en los cerrejones cinegéticos se refugian ciervos y jabalíes.

El descubrimiento de las minas de carbón en 1778 representó el comienzo de una etapa de prosperidad para la cuenca, sobre todo a partir de la instalación, en la segunda mitad del siglo XIX, de compañías concesionarias extranjeras, entre las que destacó la francesa Sociedad Minera y Metalúrgica de Peñarroya que abandonó cuando la minería de carbón entró en crisis, y fue relevada, en 1961, por la empresa pública Encasur.

El declive de la minería del carbón arrastró también el foco industrial creado a su amparo en Peñarroya-Pueblonuevo, que alcanzó los 30.000 habitantes en los años cuarenta. La crisis energética frenó la caída del carbón, cuyas explotaciones a cielo abierto -que tanto destrozan el paisaje- sustituyen paulatinamente a los pozos tradicionales.

El mineral extraído se quema en centrales térmicas, como la de Puente Nuevo, para generar energía eléctrica. Protagonizan la agricultura marginal el olivar, el cereal extensivo, el encinar adehesado -nutricio de las cabañas ovina y de cerda- , y aislados riegos ribereños, mientras que en las sierras más meridionales las repoblaciones forestales conviven con el bosque mediterráneo y el aprovechamiento cinegético.

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