La Semana Santa de Lucena, se caracteriza por algo que puede ser considerado como algo único y es la forma de pasear las procesiones.
Estas son llevadas por los “santeros”, que ataviados con túnicas y a cara descubierta, han de llevar los tronos a los hombros, usando “almohadillas”, y mediante unas “cuñas”, con las que se reparten el peso entre toda la “cuadrilla”.
El “manijero”, es el capataz de la misma, y es responsable de que la procesión salga bien. A éste le ayuda el “porrilla”, que se encarga de que el mismo vaya derecho.
Si a todo ello añadimos que cada procesión tiene un paso determinado por la tradición y el ritmo del tambor, podemos hacernos una idea de la difícil tarea que puede resultar el ser nombrado manijero, hecho que todos los santeros aceptan de buena gana, pues aunque supone mucha responsabilidad, es un verdadero honor.
La Cofradía es en este caso la que designa al manijero, normalmente con un año de antelación, ya que este ha de buscar a la cuadrilla, y ha de celebrar con ellas las “Juntas” especie de fiestas en las que confraternizan entre ellos y en las que se cantan las “saetas borrachunas”.
Los tronos suelen ser llevados por una media de 26 santeros, dependiendo de las dimensiones pueden ser de más o de menos, y cada puesto dentro del trono tiene un nombre, dependiendo de la esquina a la que nos refiramos, y estas son la esquina del manijero, la izquierda, la mala y la de la salud.
El recorrido se hace a “horquilladas”, es decir que el trono descansa sobre unas horquillas (barra de hierro cuya parte superior está preparada para sostener los barales del trono, y suele medir 1´5 m), y se para o comienza a andar, por medio del toque de la campana, que el manijero lleva en su esquina, siendo éste el que decide cuando y donde parar.
Durante la Semana los pasos son procesionados por la noche, salvo el Viernes y el Domingo de Resurrección, que lo son también por la mañana.
No podemos hablar de pasos, ni de días importantes, ya que son todos así considerados, aunque quizás haya momentos y pasos, más populares que otros, tal es el caso del Stmo. Cristo del Silencio (Miércoles Santo de madrugada, al que se le tiene un especial respeto, ya que todo queda apagado y en silencio a su paso, oyéndose tan solo el sonido de los tambores enlutados que lo acompañan), Ntro. Padre Jesús Amarrado a la Columna (Jueves Santo, e imagen de Pedro Roldán a la que la gente venera de forma especial, y a la que acompaña una peculiar diana tocada con una corneta que hace que los santeros se animen al escucharla y saquen fuerzas de flaqueza, llamada “Torralbo”), el Stmo. Cristo de la Sangre (Jueves Santo), Ntra. Sra. de la Soledad (Sábado santo), y sobre todo Ntro. Padre Jesús Nazareno (Viernes Santo de madrugada, sin duda la imagen más venerada y más popular, y a la que también acompaña el “Torralbo”, y millares de fieles que le alumbran ataviados de forma especial).
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